María Contreras, en su ponencia, comparte su experiencia personal con el estigma menstrual, que comenzó cuando tuvo su primera menstruación a los once años y continuó durante su vida adulta. En la escuela, no podía hablar de ello, y los ginecólogos solo le ofrecían analgésicos como respuesta a su dolor.

En 2015, leyó un artículo de una ONG que explicaba cómo las mujeres menstruantes en zonas rurales de Nepal no podían entrar en sus casas según una tradición hindú, lo que la impactó profundamente. No solo eran silenciadas, sino que también se veían forzadas al aislamiento. A partir de entonces, en una investigación financiada por National Geographic, inició un viaje por lugares como Estados Unidos y Austria, investigando diferentes filosofías y religiones, con la esperanza de encontrar una respuesta a la pregunta: ¿puedo ser feminista y religiosa al mismo tiempo?

A través de un recorrido por diferentes lugares como Nepal, EE.UU. y México, María analiza cómo las mujeres conectan con «la divinidad» a través de la naturaleza, y cómo el territorio juega un papel clave en la configuración de las personas.